miércoles, 18 de agosto de 2010

CRÍTICA: “INCEPTION” (2010)

EEUU, 2010, 148 min.
Título Español: “El Orígen”.
Director: Christopher Nolan.
Guión: Christopher Nolan.
Elenco: Leonardo DiCaprio, Ken Watanabe, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Tom Hardy, Cillian Murphy, Dileep Rao, Marion Cotillard, Tom Berenger.

Por Wladimyr Valdivia W.

Para hablar de “El Origen” (“Inception”), hay que hablar de Christopher Nolan, su director, cuyo nombre se hizo reconocido a nivel mundial al dirigir la nueva saga de Batman con “Batman Begins” (2005) y “The Dark Night” (2008), cintas que revitalizaron a la franquicia y que lo posicionó en lo más alto del espacio fílmico ese año. Pero son justamente éstas, las dos películas del hombre murciélago, las que se escapan de los cánones y temas recurrentes del director en toda su filmografía.

En “Following” (1998) y “Memento” (2000), nos mostró su gusto y capacidad para contar historias de forma poco convencional, alterando temporalmente el desarrollo de sus películas como un acertijo, sin ahorrarse flashbacks ni quiebres en sus relatos, pero finalmente haciendo encajar de manera preciosa todas sus piezas. Luego en “Insomnia” (2002) y “El Gran Truco” (2006), echó mano al suspenso, las pistas y las claves, presentando nuevos puntos en común: el enfrentamiento, la obstinación y la contraposición de dos caras de una misma moneda, con personajes llenos de carácter y jugando con la mente del espectador. “Inception” es, definitivamente, la suma de todos los elementos con los que Nolan consigue hipnotizar al espectador, regalándonos una de las piezas más increíbles y mejores logradas de la ciencia ficción y el thriller psicológico jamás realizada. No por nada, el periódico USA Today señaló que Nolan con “Inception” creó un nuevo género fílmico: el thriller noir surrealista, definiendo a la perfección un film que sobrepasa todos los límites de la realidad.

“Inception” trata sobre Dom Cobb (DiCaprio), experto en introducirse en los sueños de las personas para apropiarse de sus subconscientes, extrayendo así información. Reconocido como el mejor en su trabajo, Cobb es perseguido internacionalmente por más de algún trabajo sucio realizado con anterioridad. Pero la posibilidad de dejar su pasado atrás, escaparse para poder reencontrase con sus hijos y continuar una vida normal alejada de los peligros, aparece cuando a cambio de ello, le encargan algo pocas veces realizado: insertar una idea en el subconsciente (en lugar de robar información) en la mente de un joven heredero, para que este renuncie a la idea de continuar con las empresas dejadas por su padre. Para ello, Cobb se hace acompañar por un equipo de trabajo conformado por Ariadne (Page) la arquitecta encargada de diseñar nuevos mundos y renderizarlos en la mente del sujeto escogido; Arthur (Gordon-Levitt), Eames (Hardy) y Yusuf (Rao), todos piezas claves al momento de navegar por el subconsciente de la desafortunada víctima.

El convencimiento de la cinta y la calidad de la misma, determinada por cada uno de los espectadores, dependerá necesariamente de cuán atentos estemos y de cuál sea nuestra capacidad para caminar sobre las líneas de este acertijo sin volarnos la cabeza. Lo que para algunos puede resultar un lío sin pies ni cabeza, para otros puede ser una obra fundamental dentro del cine de ciencia ficción, cuyo guión fue escrito por el mismo Nolan en forma de laberinto. Durante la primera parte de la película, se nos presentan a los personajes, sus motivaciones y al equipo encargado de realizar la “incepción”, y es acá donde ya el director comienza a jugar con conceptos visuales del subconsciente, basándose en la capacidad humana para la creación de mundos imaginarios a través de los procesos del sueño y los niveles de la conciencia. Cosas como la incapacidad de recordar el comienzo de un sueño, la falsa temporalidad que se produce dentro de ellos respecto a la realidad, e incluso la paradójica escalera de Escher como trampa arquitectónica son algunos de los elementos que componen la delirante creación de este universo, en donde los personajes son sólo piezas dispuestas para la exploración maximizada del comportamiento humano, denominador común en toda la filmografía de Nolan.

El director, recordándonos al gran Raúl Ruiz en “Genealogía de un Crimen” (1997) y, a diferencia de lo que pueden proponer David Lynch o el propio Luis Buñuel, en sus films experimenta con la narración más allá de las imágenes, consiguiendo un resultado arrollador en términos visuales y perfecto en su hilo conductual. A esto se le suma un diseño de arte y montaje sencillamente de otro planeta, logrando escenarios imposibles que ni el mejor de los sueños podría haber creado jamás. Junto a esto, la cinta conjuga a la perfección en la complejidad de su relato, impresionantes escenas de acción, jugando con el tiempo, el espacio y la gravedad, siempre en el límite entre la realidad y la ficción; así como momentos absolutamente dramáticos, principalmente cuando se ahonda en el pasado del protagonista y en cómo este afecta en el desarrollo del proyecto de inserción por parte del equipo de especialistas. Las licencias cómicas son contadas con los dedos de una sola mano, lo que se agradece infinitamente.

El reparto merece un párrafo especial. Leonardo DiCaprio una vez más cumple con creces, en un papel que nos recuerda a Teddy Daniels, su personaje en “Shutter Island” (2009), por el peso dramático y con el desequilibrio exacto para convencer sin ningún tipo de pretensión. Ellen Page (“Juno”) luce dulce y lo suficientemente inteligente para cumplir con su misión, mientras que Ken Watanabe (“Batman Begins”), Marion Cotillard (“La Vie en Rose”), Tom Hardy (“RocknRolla”) y Cillian Murphy (“28 Days Later”) se suman a un elenco de lujo, demasiado convincentes. Joseph Gordon-Levitt (“500 Days Of Summer”) consigue el papel de su carrera y será recordado por protagonizar una de las escenas de acción más memorables en la historia del género.

“Inception” es una experiencia llevada al límite, construida sobre la base de la irrealidad, cuestionando la lógica, pero sin subestimar al espectador. Una película que, a diferencia de “Lost Highway” (1997) e “Inland Empire” (2006), las cintas más oníricas del universo Linchyano, no pretende dar explicación al comportamiento de la psiquis humana, sino que nos presenta un rompecabezas perfectamente armable, donde las piezas son realidades imprecisas que van cobrando coherencia gracias a una historia que se asume como parte de una cinta comercial, por lo que se atiene a poder ser digerida por cualquier tipo de espectador, aunque se requiera ser vista en más de una oportunidad.

A muchos se les podrá venir a la mente el mundo creado por los hermanos Wachowski y su Matrix, el desafió a la física, los mundos inimaginables y la exploración futurista de la mente humana; pero “Inception” finalmente supera todo y se supera a sí misma, atrapa con una fuerza narrativa única y Nolan se ha echado al bolsillo millones de mentes que se empequeñecen con cada fotograma, ocultándonos una verdad en cada esquina de este laberinto y convirtiéndonos en las fichas de un juego cuyas reglas creó y luego rompió.

Les propongo una idea. Por primera vez les permitiré -a quienes deseen ir a ver la cinta tras leer este comentario- algo que suelo no fomentar. Los invito cordialmente a ingresar a la sala con 5 kilos de palomitas y 12 litros de la bebida más gaseosa que encuentren. Porque frente a “Inception”, poco importa lo que coman, lo que beban, o esa dulce melodía de 200 crujientes paladares durante dos horas de película. Nolan… también pensó en ello.

Y tú, ¿en qué piensas si te digo que no pienses en un elefante rosado? Cuidado, que insertar ideas es más fácil de lo que parece. Si no me cree, vuelva al párrafo anterior.

Trailer:

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