miércoles, 12 de septiembre de 2007

COMENTARIO: LITTLE MISS SUNSHINE



Ninguno de los integrantes de la familia Hoover ha logrado organizar su vida, pero no es porque no lo hayan intentado. El padre, Richard, un conferencista motivacional desesperadamente optimista, está tratando de vender como sea su programa de 9 pasos hacia el éxito, sin demasiada suerte. Sheryl, la madre, se ve constantemente atosigada por los excéntricos misterios de su familia, especialmente por los de su hermano, un estudioso de Proust con tendencias suicidas que acaba de salir del hospital tras haber sido abandonado por su amante gay. Luego están los miembros más jóvenes de los Hoover con sus sueños imposibles: Olive, a la que le encantaría ser una reina de belleza y Dwayne, un airado adolescente lector de Nietzsche que ha hecho un inquebrantable voto de silencio hasta que consiga entrar en la Academia de las Fuerzas Aéreas. Quizás no son el retrato de la perfecta salud mental, pero cuando un golpe de suerte lleva a Olive a ser invitada a participar en el muy competitivo concurso "Little Miss Sunshine" en California, toda la familia Hoover se reúne para ir con ella. Se apilan en su oxidada furgoneta Volkswagen y se dirigen hacia el Oeste en un tragicómico periplo de tres días lleno de locas sorpresas que les lleva al gran debut de Olive, el cual cambiará a esta familia de inadaptados de una forma que nunca habrían imaginado.

Little Miss Sunshine es la primera intervención en cine del director Jonathan Dayton, acostumbrado a dirigir video clips musicales y trabajos para la televisión. Y, sin ser prejuicioso (aunque lo estoy siendo), uno nunca espera mucho de alguien con poca experiencia… en el mundo del cine, claro. Y esta es una de las tantas excepciones que derrumban mi teoría, y lo agradezco.

Los Hoover, son una familia clase media compuesta por seis personas: el papá, perdedor como él solo, pero de mentalidad ganadora como ninguno de nosotros; la mamá, ahogada y refugiada en su familia; el abuelo adicto a la heroína, el tío, gay desilusionado del amor y con tendencias suicidas; el hermano, que sin hablar hasta la mitad de la película producto de un voto de silencio autoimpuesto hasta conseguir su sueño, se comunica con lápiz y papel; y Olive, la carismática niña que sólo quiere ganar un concurso de belleza. Todos con propósitos muy dispares entre ellos, pero que finalmente, conforman la unidad básica de una sociedad, como tantas otras, y que nos enseñan que hay cosas peores que las que le pueden pasar a uno. Sólo es necesario saber cómo absorber y guardar lo que sirve. El resto, a la basura.

Clasificada definitivamente como una road movie, observamos cómo los personajes son capaces de soportar lo insoportable y viajar kilómetros y kilómetros, sólo para acompañar a Olive a California, e intentar que cumpla su sueño en un concurso de belleza y talento para pequeñas adolescentes, en donde todas las participantes son versiones en miniatura de Miss Estados Unidos.

Cada uno de los personajes merecería un análisis propio, ya que trascienden mucho más allá del diálogo y tocan aristas diametralmente opuestas de la sociedad, pero para elegir uno y destacar, sería sin duda, Dwayne, el hermano mayor de Olive, quien representa el sentir de un amplio espectro: la generación adolescente, que odia al mundo, odia su familia, odia la vida, pero que la disfruta tanto y disfruta tanto odiar, que no es capaz de aceptarlo. Asiduo lector de Nietzche, él esta tan decidido a ser parte de la fuerza aérea, que se somete a un voto de silencio, para sólo romperlo si lo consigue. Un incomprendido más del selecto grupo de los rebeldes sin causa, del que alguna vez fuimos parte, y que sólo nosotros sabemos que aquella causa, siempre existió.

Una comedia inteligente, que no necesita de recursos baratos para conmover y hacer sentir. Una crítica absoluta de principio a fin de la sociedad actual (aunque cueste creerlo por venir desde el punto de vista norteamericano) sobre la capacidad de no verse sobrepasado por las malditas circunstancias de la famosa “vida”; sobre la tolerancia y el respeto como la base de una sociedad moderna que, lamentablemente, es la que nos esta tocando vivir; sobre la cotidianeidad que finalmente es la que determina nuestros actos; y sobre el amor que, al parecer, si mueve montañas. O al menos es suficiente para alguien con ideas claras y una meta que nunca será imposible de alcanzar. Sólo basta quererlo. Si no, aprendan de Olive. (De ella no digo nada, porque palabras sobran).

Quizás no es un nuevo concepto de expresión audiovisual, quizás no apela a grandes técnicas cinematográficas, pero esa extraña sensación de respirar distinto después que terminamos de verla, es el precio que se paga por haber aprendido que la ficción no es más que el reflejo de la –tantas veces- inexplicable “vida real”, que no hay ganadores ni perdedores, sino arriesgados y arrepentidos, y que finalmente lo que determina el camino, no es lo que queramos o no queramos hacer, sino lo que finalmente hacemos. Aunque sea poco.


(Wladimyr Valdivia W.)


TRAILER:

1 Comentarios: Publicar un comentario

  • Blogger Sandra.if (7:23 p. m.)  

    también muestra lo importante que puede ser la frivolidad para la cultura americana