ANTOFAGASTA A MIL: "ORBIS VITAE" (01/02)
Compañía de Teatro:
La Fura del Baus (España)
Día:
Festival internacional "Santiago a Mil"
Auspicia:
BHP Billiton, Minera Escondida
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Común se está haciendo que directores no acostumbrados a estas prácticas, realicen grandes super producciones con fecha de estreno para Enero, con el objetivo de alcanzar alguna estatuilla, y David Fincher no fue la excepción. Tal cual lo hicieran los hermanos Coen hace exactamente un año atrás al realizar una cinta despegada a sus acostumbrados estilos con “No Country For Old Men”, esta vez el director de “Siete Pecados Capitales” (1995) y “El Club de la Pelea” (1999) abandonó a sus fanáticos -me incluyo- y a sus thrillers de inquietantes temáticas, para regalarnos una nueva obra maestra, con otras características, distinta a lo que nos suele mostrar, pero perfecta al fin y al cabo.
Basada en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald publicada en 1921, la historia se centra en Benjamin Button (Brad Pitt), un hombre que nace a fines de la I Guerra Mundial, con el cuerpo y la mente de alguien de 80 años, arrugado, con artritis y severos daños óseos, pero que a medida que pasan los años, va rejuveneciendo y viviendo en contra de las agujas del reloj. Cuando cumple los 50, y en el preciso momento en que su proceso de crecimiento se lo permite, se enamora de Daisy (Cate Blanchett), una hermosa mujer de 30 a quien conoce desde su nacimiento y con la que hace más llevadera su curiosa biología, viéndose cada año más joven, comenzando a vivir ahora como un niño en el cuerpo de un anciano, hasta el fin de sus días.
Trece nominaciones a los Oscar -incluyendo el de Mejor Película y Mejor Actor- no hacen más que confirmar el notable resultado logrado por la cinta. En un escenario histórico, con interpretaciones brillantes, una producción de alto nivel en todas sus líneas, y en casi tres horas de duración, el director nos cuenta una historia mágica, casi al borde de la ciencia ficción, pero con un mensaje tan real como la vida misma. Brad Pitt (“Siete Años en el Tibet”, “Troya”) demuestra toda su versatilidad y madurez actoral interpretando a Benjamin, caracterizado a lo largo del film en distintas etapas de su vida, alcanzando sin duda, su mejor trabajo personal (hay quienes no aprueban su innegable falta de carisma dramático, pero es parte de su inherente personalidad: el calce perfecto con Benjamin), y Cate Blanchett (“El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey”, “Babel”) -más hermosa que nunca- llena la pantalla con un refinado dramatismo, caracterizando a Daisy. Es ella, quien acompañada de su hija en la clínica en el presente de la historia, espera agonizante su muerte, y va relatando los hechos escritos por Benjamin, ya fallecido, llevándonos 80 años atrás. Curioso resulta la nominación al Oscar de Taraji P. Henson (“Four Brothers”) como Actriz de Reparto, quien encarna a Quennie, la madre sustituta de Benjamin. Su papel, si bien está muy bien logrado, dudo que sea uno de los cinco mejores secundarios del año.
Sebastián Silva, director de "La Nana"
No quería. En realidad no me interesaba. Pero aquí estoy, hablando de una película romántica de vampiros adolescentes. Entiéndase que no lo digo con prejuicio ni con rechazo por las cintas románticas ni por las cintas de vampiros adolescentes, todo lo contrario, pero sí quizás por las “románticas de vampiros adolecentes”. (Nómbrenme alguna que haya resultado y conversemos).
¿Por qué todo el mundo habla últimamente de “Crepúsculo”? ¿Por qué, por alguna extraña razón, la mayoría de las mujeres, luego de ver la película, exigen un Edward Cullen para cada una de ellas? Contextualicemos. En Octubre de 2007, la escritora norteamericana Stephenie Meyers publicaba “Twilight” (Crepúsculo), la primera novela de una serie de tres acerca de una historia de amor entre un vampiro y una joven adolescente. Pero antes de su publicación, Summit Entertainment ya se ponía en contacto con la escritora para realizar su versión para el cine, por lo atrayente de la trama, lo que redundó finalmente en el estreno mundial de esta película, en Noviembre del año recién pasado, consiguiendo recaudar 35 millones el primer día, siendo superada sólo por “Harry Potter y la Piedra Filosofal” (2001). Pero ¿De qué va “Crepúsculo”?
"Suns Anvil" (track 9) y "Lawrence and the Bodyguard" (track 10) traen los combativos acordes del primer track de vuelta. En esta ocasión, Jarre desarrolla una pieza centrada en la lucha entre las secciones de la orquesta, donde los vientos son los primeros en dominar, pero rápidamente son alcanzados por la percusión. Es, a mi parecer, una pieza mucho más clásica que épica.
"This is the desert" (track 11), comienza como un cuadro en blanco, que rápidamente se va llenando de colores fuertes. A medida que avanza el tema, los sonidos se van suavizando, llegando a convertirse sólo en murmullos de instrumentos de viento. Es sin duda un gran golpe, con el que termina la travesía de Lawrence por África. Una travesía que supo de victorias asombrosas, pero que terminaron siendo estériles contra la interminable lucha de egos y poderes que los seres humanos siempre alimentan.
"End title" (track 12) representa un premio de consuelo. Una pieza básicamente alegre que contiene todos los elementos del soundtrack, gran majestuosidad, ritmos fuertes y pasajes de gran oscuridad.
Sin duda, una clásica banda sonora que, al igual que el film, pasará a la historia por su capacidad de emocionar y traer las imágenes más místicas del desierto a nuestras mentes. Aquellos amantes del desierto (entre los que me cuento) saben que lo que se puede encontrar en él es mucho más que arena. Encontramos inspiración, mística y sobre todo, un gran lienzo en blanco para poder dar rienda suelta a nuestra imaginación.
Por Josué Montenegro Arenas.
Basada en la novela "Burn Before Reading: Presidents, CIA Directors, and Secret Intelligence" del ex jefe de la CIA Stansfield Turner, los hermanos Coen (los verdaderos, los que nos gustan, ácidos y sarcásticos), están de vuelta. Los mismos que crearon de la sátira un arte perfecto -y corrosivo- con “Fargo” (1996) y luego con “El Gran Lebowski” (1998), vuelven a la comedia negra tras los incansables elogios por la premiada -y con justa razón- “No Country For Old Men” (2007). Una nueva historia nace en la mente de estos hermanos, que como magos a sus conejos, sacan personajes llenos de realidad y estúpida sensatez. Hablemos de la trama.
Osborne Cox (John Malkovich), experimentado analista de la CIA, es despedido de su cargo debido a su alcoholismo. Katie (Tilda Swinton), su esposa, tiene una aventura a escondidas hace bastante tiempo con Harry Pfarrer (George Clooney), un empleado de gobierno, con quien planea hace bastante tiempo realizar una vida juntos y dejar al rutinario Cox. Al otro lado de la ciudad, Linda (Frances McDormand) y Chad (Brad Pitt), ambos empleados de un gimnasio, descubren un CD perdido con importante información codificada que, al parecer, le pertenece a Cox, y deciden sacarle provecho y dinero a la situación. De esta manera, Linda, acostumbrada a citarse con hombres vía chat, podría cumplir su sueño de realizarse una cirugía estética múltiple y ver un poco cambiada su aletargada vida.
Con un reparto de lujo (como ya se habrán dado cuenta), “Quémese Después de Leerse” resulta una evidente crítica al sistema político y organizacional de la Agencia de Investigación más importante del mundo, y a la simpleza con que, en muchos casos, estas entidades operan. Esto para empezar. A través de un humor negro en su estado más puro, los Coen presentan a personajes que claramente son controlados por la obsesión y las ansias de ser mejores, pero con bastante poca inteligencia. Algo que resulta mucho más común que lo que todos podemos creer. Osborne Cox vive engañado por su esposa, y tras ser despedido, su vida pierde tal importancia que decide dedicarse a escribir sus memorias. Harry disfruta trotando y construyendo “innovadores” inventos en el ático de su hogar. Linda, que comienza a vivir su adultez en pleno, vive en su propio mundo, y Chad es el profesor de gimnasia más torpe que haya existido. Entre todos conforman una serie de historias cruzadas, chantajes, traiciones y, principalmente, malas decisiones. A ratos la narración se vuelve algo confusa y disparatada, pero ahí están los genios detrás del guión, para contar una historia con casi cinco actores principales, y salir airosos del intento.
John Malkovich (“En la Línea de Fuego”, “La Sombra de un Vampiro”) y Frances McDormand (“Mississippi en Llamas”, “Fargo”) están sencillamente brillantes interpretando a los personajes principales, faltos de cariño y sentido común. No vamos a descubrir ahora que son dos de los mejores actores del orbe. Hasta la británica Tilda Swinton (“Constantine”, “Las Crónicas de Narnia”) brilla, gracias a su siempre impertérrita actitud y falta de expresividad, pero no poca emotividad. Por otro lado, George Clooney y Brad Pitt ya han demostrado con creces que el humor irónico y la sátira son su fuerte, ya sea trabajando juntos o no. Clooney, tal como en la trilogía de “Ocean’s Eleven”, muestra toda su faceta histriónica con la que se ha ganado papeles impresionantes, mientras que Pitt nos hace recordar al desquiciado Jeffrey Goines en “12 Monos”, con una personalidad hiperquinética, casi al borde de la locura.
La película, como ya es su costumbre en los trabajos de los Coen, no resulta digerible para todo público. Debido a la importancia que asumen los personajes por sobre la historia, es necesario detenerse en sus perfiles, lo que tiende a relentizar la cinta en ciertos pasajes. No es una comedia de gags y risas deschavetadas, es humor lleno de burla. Burla al sistema, burla a los procedimientos y burla a las vidas poco conectadas con la realidad. Difícil de calificar en algún género, esta película negra con gotas de thriller navega por vidas irrelevantes, casi miserables, que se encuentran con nuevos destinos y no tienen las armas para enfrentarlos, a través de una mirada cruda, pero por sobre todo, inteligente.
Al parecer los Hermanos Coen odian al mundo, y odian la estupidez humana. Queridos o rechazados, nos siguen retratando con nuestras virtudes y fracasos, como niños en un mundo para adultos.
Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Trailer: