sábado, 22 de noviembre de 2008

CRÍTICA: "007: QUANTUM OF SOLACE"

EEUU, 2008, 106 min.
Título Original: Quantum Of Solace.
Dirección: Marc Forster.
Guión: Robert Wade, Paul Haggis, Neal Purvis.
Elenco: Daniel Craig, Olga Kurylenko, Mathieu Amalric, Jesper Christensen, Joaquín Cosio, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini, Gemma Arterton.

Traicionado por Vesper, la mujer que amaba, 007 lucha contra su deseo de transformar su misión en algo personal. Determinados a descubrir la verdad, Bond y M interrogan a Mr. White, quien revela que la organización que chantajeó a Vesper es mucho más compleja y peligrosa de lo que nadie podía imaginar. Información de inteligencia vincula a un traidor del MI6 a una cuenta bancaria en Haití, donde Bond conoce a la bella y luchadora Camille, una mujer que busca su propia vendetta. Camille conduce a Bond directamente a Dominic Greene, hombre siniestro y jefe de la misteriosa organización. En una misión que le lleva a Austria, Italia y Sudamérica, Bond descubre que Greene conspira para lograr el control total de los recursos naturales más importantes del mundo, y para ello está forjando un pacto con el exiliado general Medrano. Usando a sus socios en la organización y manipulando sus poderosos contactos en la CIA y el gobierno británico, Greene promete derrocar al régimen existente en Bolivia, otorgando al general el control de un país a cambio de un trozo de tierra aparentemente estéril.

Tanto se ha hablado este año de la última película de la saga 007, que ya era momento de verla y comentarla. James Bond (Daniel Craig), investigando tras la muerte de Vesper, su último amor ya fallecido, da con Dominic Greene (Mathieu Amalric), un hombre de negocios que trabaja para Green Planet, una misteriosa organización medioambiental, que planea llegar a acuerdo con un General boliviano exiliado para que vuelva al poder, a cambio del control del suministro de agua para Bolivia y gran parte del territorio Latinoamericano. Bond, con sabor a venganza por la muerte de Vesper, da con Camille Montes (Olga Kurylenko), una joven latino ucraniana quien también comparte enemistad contra Greene. Juntos, comienzan a combatir ante las más oscuras y secretas influencias políticas y de poder.

Marc Foster (“Finding Neverland”) es el director responsable de la película Nº 22 de la saga de este agente, y no deja de ser especial por ser la primera en no adaptarse directamente a uno de los escritos de Ian Fleming, a diferencia de todas las anteriores. (El propio director señaló que la idea de esta película fue extraída de uno de los siniestros planes mencionados en alguno de los libros de Fleming por el propio Bond, y NO corresponde a la adaptación total de uno de los libros). Mayor mérito y no deja de ser menos, al contrario, ya que el film consagra a Daniel Craig como uno de los mejores Bond que han vestido el traje -que me perdone Sir Sean Connery- y a una de las cintas de la saga más estridentes y con mayor número de impresionantes secuencias de acción que hayamos podido ver.

El agente 007 se pasea por Italia, Austria, Bolivia y Rusia, destruyendo redes y eliminando a quien ose intervenir su misión. Secuela directa de “Casino Royale” (2006), los hechos comienzan una hora luego del desenlace de esta última, en donde Mr. White (Jesper Christensen) cae en el lago Di Como en manos del propio Bond, y reaparecen personajes como René Mathis y Felix Leiter, quienes sucumben ante el más sagaz y despiadado Bond que haya existido, quien deja un poco de lado su ironía y sex-appel acostumbrada por los otros actores que lo han interpretado, para mostrase letal y sin temor a mirar a los ojos a su próxima víctima (inevitable comparación con Jack Bauer o Jason Bourne).

La historia es fácil de seguir y cumple con los requisitos de un thriller moderno, bien actuado y explosivas escenas llenas de helicópteros, yates, golpes y seductoras miradas con cada fémina que se le cruce. Por otro lado, el villano de turno no pretende conquistar el mundo apretando un botón con una mano y acariciando un gato montés con la otra, sino que pretende conquistar gran parte del imperio económico de tierras “tercermundistas”, lo que tampoco se aleja mucho de la realidad.

Es curioso que este agente resulte casi una antítesis al Bond anterior, interpretado por Pierce Brosnan, pero se debe principalmente a que, con los tiempos y la exigencia del público, ya no sirve ese seductor de terno perfecto que no se atreve a manchar su traje, un Bond constantemente sucio y sangrando es, quizás, lo que muchos esperábamos.

En definitiva, 90 minutos de pura adrenalina en donde Craig reivindica la nueva esencia del héroe de acción, víctima de sus propios errores. Y mientras nos entretenemos viendo la cinta, de repente, nos acordaremos que el país se revolucionó con la llegada de estos actores a estas tierras, y la indignación fue mayúscula cuando nos enteramos que nos retratarían como Bolivia. En algún momento lo dije y lo vuelvo a repetir: esto es cine y el guión manda. El turismo se genera por otros medios. No es misión de James Bond. Sintámonos orgullosos con los 5 minutos de Chile en la película y punto. Así de simple.


Por Wladimyr Valdivia Westphal.


Trailer:

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