jueves, 28 de agosto de 2008

COMENTARIO: "EL SÓTANO"

EEUU, 2007, 94 min.
Título Original: Captivity.
Dirección: Roland Joffé.
Guión: Larry Cohen, Joseph Tura.
Elenco: Elisha Cuthbert, Daniel Gillies, Pruitt Taylor Vince, Laz Alonso, Michael Harney, Maggie Damon.

Jennifer es una celebridad, un icono de moda, y ahora yace inconsciente en una cama de hierro, con sus tacones colgando del colchón, en una habitación sin ventanas. Se despierta desorientada y confusa. Sus susurros rebotan en las frías paredes desnudas. Está enjaulada. El televisor del rincón se enciende para mostrar el lujoso apartamento de Jennifer; luego, cambia a otra escena que muestra a Jennifer acurrucada en la parte posterior de una furgoneta, entre recambios, neumáticos y herramientas. Una mano irrumpe en el fotograma y le acaricia el cabello antes de que el televisor se apague de nuevo. El carcelero acaba de hacer su presentación. En el mundo exterior, dos detectives inspeccionan el escenario. En el apartamento de Jennifer descubren una pequeña urna de cristal llena de un misterioso polvo gris blanquecino. Han visto esto antes, son los restos de una cremación. Comprenden al instante que no les queda mucho tiempo.


De Roland Joffé, director de la premiada película La Misión (1986) y La Letra Escarlata (1995) basada en la soberbia obra literaria norteamericana del mismo nombre, llega con más de un año de retraso a nuestros cines Captivity, mal titulada como “El Sótano”. Jennifer Tree (Elisha Cuthbert) es una hermosa modelo de cosméticos que por extraños motivos es secuestrada por un psicópata. Cuando despierta, se encuentra maniatada y en en cautiverio en el ático de una casa, el cual cuenta con la más sofisticada tecnología de punta: proyecciones holográficas, control automático de cada cerrojo y ventana, y una infinidad de cámaras de circuito cerrado que vigilan cada movimiento de la víctima. Tras un par de días de horribles sometimientos, Jennifer descubre que no es la única atrapada. Gary (Daniel Gillies) está en una pieza aledaña ala de ella, bajo similares condiciones, y juntos intentarán zafarse de este enajenado mental. A parte de eso, no hay mucho que comentar, más que destacar la posibilidad de hacernos reír en tan poco tiempo (aún sabiendo que se trata de un thriller de terror) y sorprendernos por el poco tacto del director con el ridículo uso del factor sorpresa, prácticamente inexistente.

“Aburrida” por lo bajo, la película no tiene mucho sentido de existir. Si bien se sostiene sobre un ritmo argumental ágil (no por nada dura menos de 90 minutos), no es más que una mala excusa para hacerle ganar unos pesos a la -cada día más preciosa- Elisha Cuthbert, que por mucho sea el cariño que le tengamos los seguidores de 24 a Kim Bauer, esa es la verdad. Claro, a una cinta de este género no se le puede pedir mucho si los protagonistas, quienes ven sus vidas amenazadas en cada minuto por las más horrendas torturas, sólo piensan en tocarse y besarse. Miedo, pánico y mucho frío es lo que pretende entregarnos Captivity, pero reprueba con creces por los agotados y siempre mal usados clichés, y un desenlace final, casi, imperdonable. (Lo sé, no se debe y tampoco acostumbro a entregar “spoilers” o avances acerca de la trama, pero de verdad que es imperdonable). Para no ser tan destructivos, démosle algo de crédito al trabajo de montaje, por una puesta en escena relativamente trabajada.

Entonces ¿por qué hablar de una cinta en cartelera que no lo merece? Simplemente para aprovechar el espacio y hacer un reclamo formal ante la casi “curiosa” disposición de films que se exhiben en cartelera. Las últimas dos semanas hemos presenciado cómo dos trabajos nacionales, El Brindis y La Buena Vida, han sucumbido ante la taquilla nacional, atrayendo una cantidad de público ínfima, provocando sus salidas de la cartelera a menos de 1 semana de su fecha de estreno. Esto no es sólo responsabilidad del mal manejo publicitario que provoca el poco interés del espectador, sino del sistema sobre el cual trabaja la distribución y proyección de películas en nuestras salas de cine, que sólo responde a una palabra: marketing.

Quizás la culpa tampoco sea de la Cadena de Cine que las exhibe, pero si nadie pone de su parte, el cine nacional seguirá rindiéndose ante producciones que, ni en narrativa ni en estética, nos llegan a los talones, como es el caso de esta cinta (un legado más de esa obra maestra llamada Siete Pecados Capitales) forzada, previsible y mala copia de Saw.


Por Wladimyr Valdivia Westphal.


Trailer:

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