CRÍTICA: "ECLIPSE" (2010)
EEUU, 2010, 124 min.
Título Original: “The Twilight Saga: Eclipse”.
Director: David Slade.
Guión: Melissa Rosenberg, basado en la novela de Stephenie Meyer.
Elenco: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Billy Burke, Ashley Greene, Jackson Rathbone, Dakota Fanning, Anna Kendrick y Bryce Dallas Howard.
No es fácil hablar de una película que, por un lado, recauda en su primera semana de estreno 180 millones de dólares (algo así como un nueve seguido de diez ceros en pesos chilenos), alcanzando el primer lugar en todas las salas de cine del MUNDO en donde está siendo exhibida, y por otro lado, un gran espectro de cinéfilos no reconoce ni una sola pizca de gracia, talento ni entretenimiento en esta, la tercera cinta de la saga Twilight, basada en los exitosos libros de Stephenie Meyer.
Respetando ambas posiciones e intentando alcanzar la objetividad, partamos por el comienzo. En Seattle, una gran cantidad de brutales crímenes están ocurriendo y se presume sobre algún asesino en serie. En otro lugar, una vampiresa líder del grupo de los Volturi, anhela vengarse del clan Cullen. Mientras, en Folks, Bella (Kristen Stewart) acaba de terminar sus estudios y, a diferencia de sus compañeros, su mente no está puesta precisamente en su siguiente paso académico, sino que en convertirse en la esposa de Edward (Robert Pattinson), para dar su paso a la inmortalidad y vivir para siempre como una más de ellos. Pero Jacob (Taylor Lautner) no se las hará tan fácil, pues su amor por Bella sigue intacto y hará lo imposible por ganarse su corazón. Pero este asesino de Seattle no era sino un ejército de neófitos, que en pleno elixir de sus ancestrales vidas, buscan enfrentarse a los Cullen y desatar una guerra sin tregua, con Bella y su apetitosa sangre en medio del camino.
Entendamos a “Crepúsculo” y a toda la saga como lo que es, una cinta dirigida para un público pre adolescente -principalmente femenino-, que se sostiene sobre un trío amoroso y una aventura de desamor, con la fantasía y el grado de acción necesario para cautivar a la audiencia objeto. Probablemente lo consigue y por ello ha tenido el éxito que ha tenido. Por lo mismo es que NO LE PIDAMOS MÁS. Que nos parezca injusto que, en oposición, grandes trabajos audiovisuales pasen desapercibidos a nivel comunicacional por carecer de estereotipos y bla bla bla… es harina de otro costal y tema para otra larga conversación.
Esta tercera parte de la franquicia (y sobre la que ya se confirmó una cuarta parte dividida en dos películas más, basadas en "Breaking Dawn"), fue dirigida por David Slade (“Hard Candy”, “30 Days Of Night”) y es, sin duda, la mejor de las tres cintas en términos literarios, en donde el director retrató casi de forma exacta los pasajes del libro. La trilogía que va hasta ahora, en general, no tiene un argumento a partir del cual se pueda profundizar demasiado, no tiene un reparto con grandes actores y no requiere un esfuerzo mayor poder predecir lo que el siguiente plano nos mostrará. La historia se torna densa y gira sobre el eterno dilema de Bella (consagrada como una de las actrices menos expresivas del orbe), entre optar por la somnolienta pasión de un vampiro de cientos de años, o el amor del amigo tímido de infancia que resultó no ser tan tímido como parecía. Todo esto rodeado de leyendas pasadas, viejas rencillas entre manadas y clanes, compañeros del High School y una monotonía en cada uno de los forzados diálogos de la cinta. Te amo. Si, te amo. A Jacob lo amo, pero a ti te amo más. No quiero perderte…
Podríamos despedazarla. Podríamos decir que es lo peor que ha llegado a la cartelera en lo que va del año. Podríamos decir que, si bien, la historia no da para más, se podrían haber abordado temas y desarrollado interesantes personajes que secundaban la película: la relación de Bella con su madre, su presente-ausente papá que resultó ser más permisivo que nunca, fortalecer las debilidades de los protagonistas acercándonos aún más a la Tribu Quileute (hombres lobos), a los Volturi, al nuevo ejército vampirístico o, simplemente, hacernos más creíble la relación entre ambos protagonistas. Sin embargo, terminan siendo la piedra angular de la novela la necesidad de Bella por casarse y robarle de una vez por todas la virginidad al conservador Edward, mientras mira de reojo el desarrollado físico de su lobo, a quien las feromonas ya no lo dejan pensar, con una simple y absurda excusa de guerras y deseos como telón de fondo, y sería. Pero no lo haré, porque cumple su objetivo, porque convence a quienes aman a Edward, Jason y Bella.
En términos técnicos, la película tiene en su trabajo de fotografía y su puesta en escena lo más interesante. La atemporalidad de los hechos puede jugar a favor de los personajes y, casi de manera forzada, las relaciones entre ellos son algo más complejas que en las anteriores, lo que se agradece, dentro de la incapacidad general por parte del argumento de conseguir algo más que un par de suspiros por parte de la fanaticada. Dicho todo esto, se entiende que quienes subestiman al consumidor con trabajos tan carentes de contenido no son quienes lo comentamos, sino quienes finalmente son los únicos ganadores al casi término de una franquicia tan malamente exitosa como esta, que se estiró demasiado para contarnos tan poco.
Pero insisto. Esto es “Eclipse”, una película convencional que determina a toda una generación y a la que no le podemos pedir más. Es el producto más rentable en términos económicos, pero que, definitivamente, debió quedarse sólo en el formato papel para no quitarle un cupo a nuestra escasa cartelera local.
Y si de vampiros se trata, aprovecho de recomendarles “Let the Right One In”, brillante cinta sueca del año 2008, que convierte a Edward y a Bella en pequeños llaveros y parches de feria, y cuyo remake norteamericano pronto verá la luz. ¿O qué esperaban?
Título Original: “The Twilight Saga: Eclipse”.
Director: David Slade.
Guión: Melissa Rosenberg, basado en la novela de Stephenie Meyer.
Elenco: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Billy Burke, Ashley Greene, Jackson Rathbone, Dakota Fanning, Anna Kendrick y Bryce Dallas Howard.
No es fácil hablar de una película que, por un lado, recauda en su primera semana de estreno 180 millones de dólares (algo así como un nueve seguido de diez ceros en pesos chilenos), alcanzando el primer lugar en todas las salas de cine del MUNDO en donde está siendo exhibida, y por otro lado, un gran espectro de cinéfilos no reconoce ni una sola pizca de gracia, talento ni entretenimiento en esta, la tercera cinta de la saga Twilight, basada en los exitosos libros de Stephenie Meyer.
Respetando ambas posiciones e intentando alcanzar la objetividad, partamos por el comienzo. En Seattle, una gran cantidad de brutales crímenes están ocurriendo y se presume sobre algún asesino en serie. En otro lugar, una vampiresa líder del grupo de los Volturi, anhela vengarse del clan Cullen. Mientras, en Folks, Bella (Kristen Stewart) acaba de terminar sus estudios y, a diferencia de sus compañeros, su mente no está puesta precisamente en su siguiente paso académico, sino que en convertirse en la esposa de Edward (Robert Pattinson), para dar su paso a la inmortalidad y vivir para siempre como una más de ellos. Pero Jacob (Taylor Lautner) no se las hará tan fácil, pues su amor por Bella sigue intacto y hará lo imposible por ganarse su corazón. Pero este asesino de Seattle no era sino un ejército de neófitos, que en pleno elixir de sus ancestrales vidas, buscan enfrentarse a los Cullen y desatar una guerra sin tregua, con Bella y su apetitosa sangre en medio del camino.
Entendamos a “Crepúsculo” y a toda la saga como lo que es, una cinta dirigida para un público pre adolescente -principalmente femenino-, que se sostiene sobre un trío amoroso y una aventura de desamor, con la fantasía y el grado de acción necesario para cautivar a la audiencia objeto. Probablemente lo consigue y por ello ha tenido el éxito que ha tenido. Por lo mismo es que NO LE PIDAMOS MÁS. Que nos parezca injusto que, en oposición, grandes trabajos audiovisuales pasen desapercibidos a nivel comunicacional por carecer de estereotipos y bla bla bla… es harina de otro costal y tema para otra larga conversación.
Esta tercera parte de la franquicia (y sobre la que ya se confirmó una cuarta parte dividida en dos películas más, basadas en "Breaking Dawn"), fue dirigida por David Slade (“Hard Candy”, “30 Days Of Night”) y es, sin duda, la mejor de las tres cintas en términos literarios, en donde el director retrató casi de forma exacta los pasajes del libro. La trilogía que va hasta ahora, en general, no tiene un argumento a partir del cual se pueda profundizar demasiado, no tiene un reparto con grandes actores y no requiere un esfuerzo mayor poder predecir lo que el siguiente plano nos mostrará. La historia se torna densa y gira sobre el eterno dilema de Bella (consagrada como una de las actrices menos expresivas del orbe), entre optar por la somnolienta pasión de un vampiro de cientos de años, o el amor del amigo tímido de infancia que resultó no ser tan tímido como parecía. Todo esto rodeado de leyendas pasadas, viejas rencillas entre manadas y clanes, compañeros del High School y una monotonía en cada uno de los forzados diálogos de la cinta. Te amo. Si, te amo. A Jacob lo amo, pero a ti te amo más. No quiero perderte…
Podríamos despedazarla. Podríamos decir que es lo peor que ha llegado a la cartelera en lo que va del año. Podríamos decir que, si bien, la historia no da para más, se podrían haber abordado temas y desarrollado interesantes personajes que secundaban la película: la relación de Bella con su madre, su presente-ausente papá que resultó ser más permisivo que nunca, fortalecer las debilidades de los protagonistas acercándonos aún más a la Tribu Quileute (hombres lobos), a los Volturi, al nuevo ejército vampirístico o, simplemente, hacernos más creíble la relación entre ambos protagonistas. Sin embargo, terminan siendo la piedra angular de la novela la necesidad de Bella por casarse y robarle de una vez por todas la virginidad al conservador Edward, mientras mira de reojo el desarrollado físico de su lobo, a quien las feromonas ya no lo dejan pensar, con una simple y absurda excusa de guerras y deseos como telón de fondo, y sería. Pero no lo haré, porque cumple su objetivo, porque convence a quienes aman a Edward, Jason y Bella.
En términos técnicos, la película tiene en su trabajo de fotografía y su puesta en escena lo más interesante. La atemporalidad de los hechos puede jugar a favor de los personajes y, casi de manera forzada, las relaciones entre ellos son algo más complejas que en las anteriores, lo que se agradece, dentro de la incapacidad general por parte del argumento de conseguir algo más que un par de suspiros por parte de la fanaticada. Dicho todo esto, se entiende que quienes subestiman al consumidor con trabajos tan carentes de contenido no son quienes lo comentamos, sino quienes finalmente son los únicos ganadores al casi término de una franquicia tan malamente exitosa como esta, que se estiró demasiado para contarnos tan poco.
Pero insisto. Esto es “Eclipse”, una película convencional que determina a toda una generación y a la que no le podemos pedir más. Es el producto más rentable en términos económicos, pero que, definitivamente, debió quedarse sólo en el formato papel para no quitarle un cupo a nuestra escasa cartelera local.
Y si de vampiros se trata, aprovecho de recomendarles “Let the Right One In”, brillante cinta sueca del año 2008, que convierte a Edward y a Bella en pequeños llaveros y parches de feria, y cuyo remake norteamericano pronto verá la luz. ¿O qué esperaban?
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