BSO: "2001: ODISEA EN EL ESPACIO" (1968)
2001: A SPACE ODYSSEY
Autor: Varios Artistas.
Año: 1968.
Considerada como la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos. Una obra maestra de principio a fin. Una historia fantástica recreada de forma magistral gracias al genio de Stanley Kubrick. Es también, una nueva forma de hacer cine, un cine científico. Cine que se trata a través de un tópico, como el espacio exterior, que hasta ese entonces sólo había sido tocado como el hogar de extraños seres que venían en discos voladores con la única misión de atormentar y someter a la raza humana. Hablamos de “2001, A Space Odyssey”. Es sin duda una obra que abre la mente, trata de hacernos pensar en quien somos, de donde venimos y hacia dónde vamos (también surgen dudas trascendentales como “por qué estamos aquí” y sobre todo “QUIEN nos puso aquí”).
Resulta complicado pero a la vez gratificante comentar una obra que ha servido de inspiración para mí (y seguramente para muchos más) en lo que se refiere a escuchar, analizar y comprender el extraño y mágico mundo de las bandas sonoras. Es complicado por muchos motivos. Primero que todo, por ser una obra de Kubrick. Luego por tratarse de piezas clásicas llevadas a un contexto histórico totalmente apartado de sus génesis. Y por último, cuando algo me fascina de la forma que me fascina esta banda sonora, cuesta decir algo sin sentirse lambiscón.
Como muchas de las películas de Kubrick, “2001” comienza con una obertura. En esta ocasión, una pantalla absolutamente negra (emulando la inmensidad e infinidad del espacio exterior y cuanto sabe el hombre sobre él) sirve de telón de fondo para escuchar la obertura, titulada “Atmospheres” creada por Gyorgy Ligeti. Ésta es una pieza intensa que crea una incomodidad casi incontenible (sientes unas ganas gigantescas de adelantar el disco), pero a la vez mucha ansiedad. Sin duda, esa era la idea de Kubrick y cumple su función a cabalidad.
Lentamente escuchamos las notas de “Thus Spoke Zarathustra”, obra maestra de Richard Strauss. Con sus dos minutos y medio de fanfarria, esta pieza evoca toda la magnificencia del espacio exterior. Es así como vemos que una luna inmensa da paso a nuestro planeta Tierra, el cual marca el contorno del sol que se encuentra a millones y millones de kilómetros de distancia. “Zarathustra” aparece en innumerables ocasiones a través de toda la cinta. Es sin duda el hilo conductor de la trama y la sinfonía que marca los puntos más determinantes de la historia. Es por eso que, inteligentemente, Kubrick la singulariza en más de una ocasión dentro del soundtrack.
En la primera parte de la película, titulada “The Dawn of Man” (El Amanecer del Hombre), nuestros antepasados sufren las penurias de una infancia ruda en un mundo inmenso y totalmente fuera de su alcance (tanto mental como sentimental). Aquí escuchamos el “Réquiem” (Gyorgy Ligeti), una pieza psicodélica que inspira un pavor incomprensible (¿será que uno teme por el futuro de estos desvalidos tatara - tatara - tatara abuelos nuestros?). Luego de este puente de cantos, que más que cantos suenan a llantos, y su ultraeléctrico fondo musical aparece cual Superman por los aires, en respuesta a nuestras plegarias, la claridad y sonoridad de los acordes de “Thus Spoke Zarathustra”, dan origen a una de las escenas más recordadas de la historia del cine: uno de nuestros ancestros realiza el ejercicio fundamental que nos separó de todas las criaturas de este planeta. Razonó. Kubrick muestra este pequeño paso para el hombre, pero gran paso para la humanidad de una forma magistral. Nuestro ancestro toma un hueso de un cadáver de animal y se da cuenta que puede golpear con él. Esta acción le abrió el camino al ser humano para someter a las demás especies y a la vez pone en evidencia una de las más sinceras y penosas descripciones del ser humano. Apenas tuvimos la habilidad de pensar, manejamos el exquisito arte de destruir.
“The Blue Danube”, obra de Johann Strauss nos lleva de la Tierra a la Luna. Mientras se escuchan los majestuosos acordes de esta pieza (que el 99% de la población la asocia a la danza de los novios y el 1% a una danza espacial), vemos una nave espacial que avanza hacia la danzante estación espacial que flota impertérrita en el fino espacio entre ambos astros. Como una constante de esta cinta, la pieza se puede escuchar de forma casi íntegra, en este caso, en dos tandas. El comienzo en el espacio exterior y una segunda parte ya dentro de la nave y la estación espacial.
De la Luna nos vamos a Júpiter, nuevamente con una extenuante y “superincómoda” obra de Gyorgy Ligeti, “Lux Aeterna”, una pieza que ya de forma intuitiva la asociamos al enigmático “monolito”, objeto que tantas conjeturas ha hecho sacar a través de los últimos 40 años a los fanáticos de la película y del cine de ciencia ficción.
La solemnidad y simpleza del ballet “Gayane” (Aram Khachaturian) nos trae un poco de serenidad a nuestro atormentado oído (y sin duda a nuestros atormentados ojos ya a esta altura de la película). La pieza suena en la escena donde el Dr. Frank Poole hace sus ejercicios ¿matutinos? alrededor de la nave espacial “Discovey One”.
Autor: Varios Artistas.
Año: 1968.
Considerada como la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos. Una obra maestra de principio a fin. Una historia fantástica recreada de forma magistral gracias al genio de Stanley Kubrick. Es también, una nueva forma de hacer cine, un cine científico. Cine que se trata a través de un tópico, como el espacio exterior, que hasta ese entonces sólo había sido tocado como el hogar de extraños seres que venían en discos voladores con la única misión de atormentar y someter a la raza humana. Hablamos de “2001, A Space Odyssey”. Es sin duda una obra que abre la mente, trata de hacernos pensar en quien somos, de donde venimos y hacia dónde vamos (también surgen dudas trascendentales como “por qué estamos aquí” y sobre todo “QUIEN nos puso aquí”).
Resulta complicado pero a la vez gratificante comentar una obra que ha servido de inspiración para mí (y seguramente para muchos más) en lo que se refiere a escuchar, analizar y comprender el extraño y mágico mundo de las bandas sonoras. Es complicado por muchos motivos. Primero que todo, por ser una obra de Kubrick. Luego por tratarse de piezas clásicas llevadas a un contexto histórico totalmente apartado de sus génesis. Y por último, cuando algo me fascina de la forma que me fascina esta banda sonora, cuesta decir algo sin sentirse lambiscón.
Como muchas de las películas de Kubrick, “2001” comienza con una obertura. En esta ocasión, una pantalla absolutamente negra (emulando la inmensidad e infinidad del espacio exterior y cuanto sabe el hombre sobre él) sirve de telón de fondo para escuchar la obertura, titulada “Atmospheres” creada por Gyorgy Ligeti. Ésta es una pieza intensa que crea una incomodidad casi incontenible (sientes unas ganas gigantescas de adelantar el disco), pero a la vez mucha ansiedad. Sin duda, esa era la idea de Kubrick y cumple su función a cabalidad.
Lentamente escuchamos las notas de “Thus Spoke Zarathustra”, obra maestra de Richard Strauss. Con sus dos minutos y medio de fanfarria, esta pieza evoca toda la magnificencia del espacio exterior. Es así como vemos que una luna inmensa da paso a nuestro planeta Tierra, el cual marca el contorno del sol que se encuentra a millones y millones de kilómetros de distancia. “Zarathustra” aparece en innumerables ocasiones a través de toda la cinta. Es sin duda el hilo conductor de la trama y la sinfonía que marca los puntos más determinantes de la historia. Es por eso que, inteligentemente, Kubrick la singulariza en más de una ocasión dentro del soundtrack.
En la primera parte de la película, titulada “The Dawn of Man” (El Amanecer del Hombre), nuestros antepasados sufren las penurias de una infancia ruda en un mundo inmenso y totalmente fuera de su alcance (tanto mental como sentimental). Aquí escuchamos el “Réquiem” (Gyorgy Ligeti), una pieza psicodélica que inspira un pavor incomprensible (¿será que uno teme por el futuro de estos desvalidos tatara - tatara - tatara abuelos nuestros?). Luego de este puente de cantos, que más que cantos suenan a llantos, y su ultraeléctrico fondo musical aparece cual Superman por los aires, en respuesta a nuestras plegarias, la claridad y sonoridad de los acordes de “Thus Spoke Zarathustra”, dan origen a una de las escenas más recordadas de la historia del cine: uno de nuestros ancestros realiza el ejercicio fundamental que nos separó de todas las criaturas de este planeta. Razonó. Kubrick muestra este pequeño paso para el hombre, pero gran paso para la humanidad de una forma magistral. Nuestro ancestro toma un hueso de un cadáver de animal y se da cuenta que puede golpear con él. Esta acción le abrió el camino al ser humano para someter a las demás especies y a la vez pone en evidencia una de las más sinceras y penosas descripciones del ser humano. Apenas tuvimos la habilidad de pensar, manejamos el exquisito arte de destruir.
“The Blue Danube”, obra de Johann Strauss nos lleva de la Tierra a la Luna. Mientras se escuchan los majestuosos acordes de esta pieza (que el 99% de la población la asocia a la danza de los novios y el 1% a una danza espacial), vemos una nave espacial que avanza hacia la danzante estación espacial que flota impertérrita en el fino espacio entre ambos astros. Como una constante de esta cinta, la pieza se puede escuchar de forma casi íntegra, en este caso, en dos tandas. El comienzo en el espacio exterior y una segunda parte ya dentro de la nave y la estación espacial.
De la Luna nos vamos a Júpiter, nuevamente con una extenuante y “superincómoda” obra de Gyorgy Ligeti, “Lux Aeterna”, una pieza que ya de forma intuitiva la asociamos al enigmático “monolito”, objeto que tantas conjeturas ha hecho sacar a través de los últimos 40 años a los fanáticos de la película y del cine de ciencia ficción.
La solemnidad y simpleza del ballet “Gayane” (Aram Khachaturian) nos trae un poco de serenidad a nuestro atormentado oído (y sin duda a nuestros atormentados ojos ya a esta altura de la película). La pieza suena en la escena donde el Dr. Frank Poole hace sus ejercicios ¿matutinos? alrededor de la nave espacial “Discovey One”.
Luego de estos lacónicos pero muy enriquecedores diálogos entre Dave y la computadora “HAL 9000”, nos encontramos fatalmente con extractos de “Réquiem” y “Atmospheres”. En esta ocasión, las piezas nos anuncia la batalla titánica entre el hombre y la máquina, batalla que por esta vez (y es probable que no por mucho tiempo más) es ganada por la raza humana. El Doctor Dave Bowman logra vencer al HAL 9000 y se embarca en un viaje a lo desconocido. Esta secuencia es sin duda una de las más impactantes de la historia del cine, tanto por su gráfica, su musicalización, sus efectos, en fin… simplemente maravillosa.
¿Hacia dónde viajó Dave? ¿Llegó a Júpiter? ¿Lo atrapó un agujero negro? ¿Alcanzó la velocidad de la luz? ¿Evolucionó? ¿Involucionó? ¿Descubrió el amanecer del hombre? Todas esas preguntas nos hacemos al escuchar “Atmospheres“, tema que acompaña esta secuencia llena de colores, turbulencia, velocidad y total gracia.
No hay nada más que decir, Dave llega a algún lugar. Ve su propio comienzo, su desarrollo y su fin. Así como los ancestros monos nacieron, se desarrollaron, murieron y le dieron el pase a las generaciones futuras. Dave hace lo mismo. Nace, se desarrolla, muere y da el pase a una nueva vida. Se cumple el ciclo. Musicalmente el ciclo se completa con la última aparición de “Zarathustra”, más imponente y magnifica que nunca.
Ahí acaba todo, pero como último regalo, escuchamos "The Blue Danube" en los créditos… obviamente, la escucharemos hasta el final.
Por Josué Montenegro Arenas.
Track List:
1. Overture - Atmospheres
2. Main Title - Also Sprach Zarathustra
3. Requiem For Soprano
4. The Blue Danub (Excerpt)
5. Lux Aeterna
6. Gayane Ballet Suite (Adagio )
7. Jupiter and Beyond (Excerpts from Requiem/Atmospheres/Adventures)
8. Also Sprach Zarathustra
9. The Blue Danube (Reprise)
10. Also Sprach Zarathustra
11. Lux Aeterna
12. Adventures (Unaltered)
13. Hal 9000 dialog montage
Johann Strauss - "The Blue Danube"
5 Comentarios: Publicar un comentario
EmBi (2:04 p. m.)
No entiendo porqué diantres tiene que haber gente como tú, que os creeis tan "especiales" como para invadir el sonido de las habitaciones de vuestros visitantes internautas, con melodías que no tienen nada que ver con los artículos y sin autorización previa...
Me voy a ir un martes a las 4 de la madrugada a la puerta de tu casa con una tuna a cantarte los clavelitos, a ver si al fin comprendes el efecto que haceis tú y los de tu calaña en los inoncentes navegantes.
Anónimo (10:21 a. m.)
No entiendo el comentario de EmBi.
Anónimo (10:22 a. m.)
Josué, te felicito por ese estudio musical que hiciste. Noto que eres un estudioso y me agradó leerte.
Anónimo (4:36 a. m.)
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