CRÍTICA: "EL SUSTITUTO" (2008)
Título Original: Changeling.
Dirección: Clint Eastwood.
Guión: J. Michael Straczynski.
Elenco: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Jason Butler Harner, Amy Ryan, Colm Feore, Michael Kelly, Geoff Pierson, Denis O'Hare.
Sinopsis:
Con creces había aprobado Clint Eastwood su título de director dramático luego de obras como “Mystic River” (2003) y “Million Dollar Baby” (2004). Dos años tardó para volver a regalarnos otra desgarradora historia, siempre con su inigualable sello.
Basada en una historia real y ambientada en Los Angeles de 1928, “Changeling” (El Sustituto) cuenta la historia de Christine Collins (Angelina Jolie), una madre soltera que trabaja como operadora telefónica y que vive junto a Walter, su único hijo de nueve años y con quien lleva una excelente relación. Un día de vuelta a casa, su peor pesadilla se hace realidad al no encontrar a su hijo, teniendo que reportar su desaparición. Cinco meses después y tras largas investigaciones, la autoridad encuentra a un niño quien asegura ser Walter Collins, y le es entregado a la fuerza a la madre que insiste en no reconocerlo, siendo presionada por el jefe de la policía debido a la publicidad que el reencuentro significa para la institución y así lavar un poco su -por esos días- manchada imagen. Desamparada y con la ayuda de Gustav Briegleb (John Malkovich), un pastor de muchas convicciones, Christine persiste en la búsqueda, teniendo que enfrentarse a las corruptas y manipuladas leyes policiales, capaces de declararla mentalmente desequilibrada con tal de ocultar la horrible irresponsabilidad cometida.
Nominada a tres Premios Oscar incluyendo el de Mejor Actriz y Fotografía (pero sin conseguir ninguno convirtiéndose en una de las perdedoras de la última premiación), “El Sustituto” se vale de todo el potencial dramático y capacidad actoral de Angelina Jolie (“Gia”, “Tomb Raider”) para montar una historia verídica sucedida en Los Ángeles y que develó en su tiempo el ineficiente accionar de la policía local, que ya era juzgada por todos, pero que se mantenía intocable producto del poder y los intereses comprometidos en torno a la institución en ese entonces. Jolie está muy convincente en su papel, pero no logra transmitirnos todo el profundo dolor que significa perder a un hijo y no nos identificamos tanto como podríamos hacerlo con ella, sintiéndola forzada a ratos. La cinta se sostiene principalmente en el drama personal que ella vive, convirtiéndola con esto en un factor determinante para definir la calidad de la cinta. Por otra parte, John Malkovich (“En la Línea de Fuego”, “El Hombre de la Máscara de Hierro”) engrandece el film tan sólo con su presencia, en el papel de un reverendo que persigue acabar con las injusticias sociales y desenmascarar a la L.A.P.D.
Mención aparte merece el trabajo de Jason Butler Harner ("The Good Shepherd", "Next"), como Gordon Stewart Northcott, un criminal patológico capaz de asesinar con sus propias manos y sonreír luego ante un jurado. La antítesis perfecta en contraposición al protagónico de Jolie, que le vale más que un humilde reconocimiento en este espacio.
Eastwood -quien dirige y musicaliza una vez más- vuelve a sorprender con un profundo mensaje, a partir de un hecho real, versos de poderosos enfrentamientos morales en búsqueda de la verdad y la justicia, que aunque suene cliché, bastante costaba conseguirla en otros tiempos. Una cinta filmada con demasiada elegancia que logra hacer trascender a los personajes más allá de la propia historia. Técnicamente es casi perfecta, con una dirección de actores muy al detalle y una ambientación que conjuga sobriedad y belleza. El guión no deja ningún cabo suelto y es quizás ahí donde exista cierto reparo, ya que con tanta perfección y apego a los hechos, terminamos viendo la representación de un caso real digno de documental de telefilm, más que una obra la cual podamos recordar por algo que nos pueda dejar. Poco trabajo tiene el espectador durante las extensas dos horas y veinte minutos que dura la película, más que deslumbrarse estéticamente y conocer una historia conmovedora, bien actuada y en donde, nuevamente, el director nos deja con sed de venganza, y mucha sed.
Como sea, Eastwood seguirá sumando seguidores. Y si no es con esta, será con “Gran Torino” (2008), que se estrena esta semana y de la que hablaremos pronto. No se la pierda... ni por un puñado de dólares.
Por Wladimyr Valdivia Westphal.
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