miércoles, 27 de febrero de 2008

COMENTARIO: SIN LUGAR PARA LOS DÉBILES

EEUU, 2007, 122 min.
Título Original: No Country For Old Men.
Dirección: Joel Coen y Ethan Coen.
Guión: Joel Coen y Ethan Coen, basado en la novela homónima de Cormac McCarthy.
Elenco: Josh Brolin, Javier Bardem, Tommy Lee Jones, Kelly Macdonald, Woody Harrelson, Garrett Dillahunt, Tess Harper.

La historia da comienzo cuando Llewelyn Moss (Brolin) encuentra una camioneta rodeada por varios hombres muertos. En la parte trasera hay un cargamento de heroína y dos millones de dólares. Cuando Moss coge el dinero, provoca una reacción en cadena de violencia, que la ley, representada por el desilusionado sheriff Bell (Lee Jones), no consigue detener. Moss intenta huir de sus perseguidores, especialmente del misterioso cerebro de la operación.


No Country For Old Men (o “Sin Lugar para los Débiles”, o “No es País para Viejos”, o como se les ocurra titularla a los “genios” que transcriben los títulos para Chile y Latinoamérica) puede ser vista de dos maneras distintas: una, es como la esperada nueva apuesta de los hermanos Coen, que para los cinéfilos o quienes conocen algo de sus trabajos, sabrán de su estilo único y visualmente minimalista para crear grandes historias, entiéndase Barton Fink (1991), Fargo (1996), El Gran Lebowski (1998), entre otras. Y la otra, es como la reciente gran ganadora de los Premios Oscar, que por fin premió a los directores y a un impresionante Javier Bardem con el galardón a Actor Secundario. El único problema que surge cuando oímos tantos epítetos acerca de la sobrevalorada película, es que nosotros recién ahora podemos ir a verla al cine, e inevitablemente vamos predispuestos a destacar cada detalle de lo que veamos, lo que puede jugarnos en contra. Mal que mal es la mejor película del año (según ellos).

El film, basado en la novela homónima de Cormac McCarthy y adaptado por los propios hermanos Coen, nos sitúa en un estado fronterizo de Texas, en el año 1980, donde Llewelyn Moss (Josh Brolin), un ahora eximio cazador, antes veterano de guerra, descubre varias camionetas perdidas en medio del desierto. Al acercarse se encuentra con una serie de cuerpos acribillados, un cargamento de heroína y 2.000.000 de dólares en efectivo. Claramente algo falló en ese lugar y, naturalmente, Moss decide quedarse con el maletín lleno de dinero y emprender la huída, sabiendo que de alguna manera u otra, alguien irá tras sus pasos.

Y es Anton Chigurh (Javier Bardem), quizás el tipo más despiadado y con menos sentido del humor de todo el planeta, el encargado de recuperar el dinero, llevándonos a lo largo de la película a ser cómplices de las jugadas y movimientos de ambos, del gato y del ratón. Mientras, el acabado y “apestado de la vida” Sheriff Bell, interpretado por un magnífico Tommy Lee Jones, va tras la pista de ambos, tanto para proteger a Moss, como para dar captura al peligroso Chigurh.

Aún siendo lo suficientemente críticos e incisivos, la película técnicamente bordea la perfección. Una fotografía excelente, un montaje perfecto para la época histórica en la que se desarrolla, la manera de plasmar una historia netamente literaria con una estética visual que la transforma casi en una epopeya épica con tintes contemporáneos, y un reparto de lujo, en donde Bardem logra sin duda una de las mejores interpretaciones que podamos ver en un largo tiempo -sin opacar al resto de los actores-, que terminan por generar una atmósfera inquietante de principio a fin; hacen de No Country For Old Men una obra maestra en casi todos los sentidos, resultando sencillamente impresionante.

Pero (a veces hay peros) me veo en la necesidad de contarles esto: la cinta es un trabajo demasiado personal de los directores, lo que radica en que no sea una película para todos los gustos, considerando las grandes expectativas que ha generado la cinta. Y lo digo, no por algunas escenas explícitas de los crímenes ni por la presencia de temas censurables moralmente, sino porque carece de lo que acostumbra tener una típica película hollywoodense ganadora del máximo Premio Oscar. El film comienza siendo narrado por el abrumado y pesimista Sheriff, entregándonos inmediatamente un tono dramático y fatalista sobre el que se va a sentar la película. Su desarrollo resulta a ratos lento, demasiado contemplativo, dejando mucho para la intuición, lo que para cierto tipo de espectador no debe ser tan agradable, y no se profundiza mayormente en la descripción de ciertos personajes, algo que podríamos definir como uno de los pocos puntos bajos de la cinta.

Pero un buen comentario de cine debe, por sobre todas las cosas, presentar objetividad, y puedo decir con mucha responsabilidad que la cinta perfectamente puede ser utilizada en futuras escuelas de cine para enseñar a cómo utilizar la mayor cantidad de recursos cinematográficos para obtener un resultado impecable, y que coloca a los hermanos Coen en la cima de la industria, y al español Javier Bardem en el Olimpo de las grandes interpretaciones que tanto echamos de menos, viniendo de producciones nacidas en la parte más alta de América del Norte.

Si los principios que sigues te trajeron hasta aquí… ¿De qué te sirvieron los principios?”.

Mejor no hablar de principios con Anton Chigurh.


Por Wladimyr Valdivia Westphal.



Trailer:



1 Comentarios: Publicar un comentario

  • Anonymous Anónimo (1:53 a. m.)  

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