miércoles, 9 de abril de 2008

COMENTARIO: MIRAGEMAN

Chile, 2008, 90 min.
Título Original: Mirageman.
Dirección: Ernesto Díaz Espinoza.
Guión: Ernesto Díaz Espinoza.
Elenco: Marko Zaror, Ariel Mateluna, María Elena Swett, Mauricio Pesutic, Iván Jara.

Maco Gutierrez (Marko Zaror) es un joven que trabaja de guardia de seguridad en un cabaret para poder financiar el tratamiento de su hermano menor (Ariel Mateluna), que se encuentra recluido en un hospital psiquiátrico. Pero en el fondo Maco es un artista marcial que, gracias a sus dotes, una noche logra detener un asalto a mano armada. Al día siguiente se da cuenta que se ha transformado en héroe nacional a pesar de que nadie sabe su identidad. Curiosamente la aparición de este justiciero criollo ha motivado al hermano enfermo que después de mucho tiempo ha dado señales de mejoría. Así, Maco decide seguir con su doble vida de héroe enmascarado dispuesto a socorrer a todo aquel que lo necesite.


Ernesto Díaz, joven director nacional, vuelve a juntarse con Zaror para filmar una nueva película que marca pautas y tendencias, siendo una vez más pionero de un género que en nuestro país nunca se había abordado. Ya lo habían hecho con Kiltro (2006), siendo ésta la primera cinta de artes marciales filmada y producida en nuestro país. Ahora, empleando nuevamente las artes marciales (y aprovechando este impecable recurso), tenemos la primera película chilena sobre un superhéroe de carne y hueso que acecha en la mismísima ciudad de Santiago.

Maco es un joven con habilidades marciales que trabaja de guardia en un local nocturno de la capital. Una noche, de manera fortuita, logra frustrar un delito y violación, descubriendo así su verdadera misión en la vida: hacerle frente al crimen con sus propias manos y vengar, de alguna manera, lo que a él le toco sufrir cuando pequeño. Motivado por Tito, su hermano menor quien reside en una clínica mental, Maco comienza a ofrecer sus servicios a todo aquel que lo necesite, ganándose la admiración de pocos, y la burla de todo un país.

En un género en donde las limitaciones son mucho más que los recursos, y considerando el riesgo que se corría al presentar una propuesta nueva, Mirageman es sin duda uno de los trabajos más potentes del año y, a la fecha, la cinta más vista en cines este 2008. Y su mérito radica principalmente en exponernos cómo sería si en nuestro país existiera un superhéroe, pero sin super-poderes. Desde su manera de ofrecer servicios vía e-mail, la respuesta social ante tan ridículo personaje (pero que a la vez todos querríamos que existiese alguien así en la vida real), la aparición de un fans autodenominado “pseudo-robin”, hasta la manipuladora prensa que sólo se encarga de arruinar al enmascarado, Mirageman devela a destajo nuestra desconfiada e individualista idiosincracia.

Sin el uso de grandes técnicas cinematográficas ni interpretaciones desbordantes, Mirageman logra conmovernos y dejarnos más que satisfechos -y orgullosos- tras los créditos finales. Zaror no dirá más de 10 palabras en todo lo que dura el film, pero le basta la impotencia y su carácter al pelear, para hacernos querer dar cada uno de los golpes junto a él. El elenco es reducido, destacando María Elena Swett (Carol Valdivieso), la dulce periodista encargada de hacerse fama a costa de Maco y ridiculizarlo ante todo el país; y Ariel Mateluna (Tito), el hermano menor que, motivado por las noticias del héroe, comienza a mostrar leves mejorías.

Precedida de una tremenda campaña viral vía internet y elogiada por los más grandes expertos del tema en EEUU, Mirageman no tiene nada que envidiarle a ningún superhéroe nacido en tierras norteamericanas u orientales. No vuela ni dispara rayos X por los ojos, no usa capa ni calzoncillos sobre los pantalones, pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho. Musicalizada con amigables melodías setenteras, el director sabe qué cosa esta demás y qué es lo que conviene mostrar, y como en ningún otro film nacional, las situaciones ridículas no las aborrecemos, sino que las agradecemos (curioso síntoma...).

La película logra algo que es quizás lo más difícil para el espectador: encariñarse con ella y con el personaje. Con un personaje que no habla, que sólo intenta hacer justicia contra el crimen, contra la adversidad, contra los prejuicios, y de paso, el director inaugura un género y consolida una propuesta con la cual tenía muy poco que ganar pero si demasiadas cosas que perder. Gracias Mirageman.


Por Wladimyr Valdivia Westphal.


Trailer:


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